Misterio...
Encontré un cofre olvidado en un ático sin uso.
Al abrirlo, descubrí misterios que no sabía cómo nombrar:
enigmas sin preguntas, respuestas sin voz.
Movido por la intriga, le dediqué horas, noches, lágrimas...
Y poco a poco, el cofre fue revelando su secreto, guardado con tanto celo.
Allí había zafiros, rubíes, piedras preciosas de valor incalculable.
Pero más que eso, hallé paz abundante,
tesoros que no se gastan, que se meten en el corazón
y transforman todo lo que tocan.
Ya no se trata de cuánto valen,
sino de que la vida misma se ha vuelto un tesoro.
No hay nada mejor que abrir tu cofre
y disfrutar, al fin, de las riquezas que siempre estuvieron ahí...
esperando ser vistas con otros ojos. 😀
Isaías 54:11-13