ALÍ LAMEDA TRADUCTOR DE PAUL VÁLERY
Alí Lameda (1923-1995) notable poeta, traductor, político y diplomático venezolano, publicó en la revista Imagen en su número 110, su traducción del “Cementerio Marino” de Pául Válery,
uno de los poetas más representativos de la vanguardia poética francesa del siglo pasado. Realmente, Alí Lameda presenta dos versiones de la magistral obra del pensamiento filosófico y poético del bardo francés; una en versos libres y la otra en versos rimados, ajustándose esta última al espíritu inicial de la obra en cuanto a su musicalidad. Alí Lameda en la presentación de su traducción, resalta los valores artísticos y espirituales, de la que considera, una de las obras más perfectas y rigurosas de la poesía universal. Específicamente señala, que Paul Válery en “El cementerio marino“ exterioriza una densa y estricta “necesidad de absoluto”. A la vez, invita al lector a adentrase a una obra difícil, pero bella y estimulante; porque a final el lector se traza un camino que le permite acceder al espíritu y propósito de la obra, que parte (al decir del traductor), de la ciudad de Sète donde naciera el poeta, una colina situada a orillas del mar mediterráneo; y se bifurca en delicadas sugestiones poéticas y filosóficas, para expresar la vida y su fugacidad, en 24 estancias o cantos, no necesariamente continuos o lineales (en sentido y significancia) , pero siempre resplandecientes e iluminadores.
EL CEMENTERIO MARINO

I
Ese techo y sus velas, entre pinos
y tumbas vibra. Justo, al par, con finos
fuegos el Mediodía allí fulgura
sobre el mar recobrado en un momento!
Oh galardón, después de un pensamiento
ver a los dioses en su calma pura!
II
¡Que fulgor limpio donde acaba, en suma
tanto diamante de invisible espuma
y que paz se concibe en apariencia!
Cuando un sol en abismo hace una pausa,
labores puras de una eterna causa,
brilla el Tiempo y el Sueño es ya sapiencia.
III
Tesoro estable, templo así a Minerva,
masa de calma y exterior reserva.
Agua, y Ojo que guarda, en acecho
tanto sueño en una llamarada.
Oh silencio...!En mi espíritu morada,
mas, áureo dombo de mil tejas. Techo!
IV
Templo del tiempo, en un suspiro todo!
Subo a ese punto puro y me acomodo
bien rodeado de mi órbita marina;
y al fin , como a los dioses mi alto y vano
tributo, la luz quieta de un soberano
desdén sobre la hondura disemina.
V
Como un gozo derritiese la fruta,
como su ausencia por placer trasmuta
en la boca en que dura unos instantes,
mi humareda futura aquí yo aspiro
y el cielo al alma extinta canta el giro
de las riberas en rumor cambiantes.
VI
Mírame a mi que cambio, cielo hermoso!
Después de tanto orgullo y tan curioso
desgano, pero lleno de entereza
yo me abandono a esa brillante casa
mientras mi sombra por las tumbas pasa
ciñéndome a su frágil ligereza.
VII
El alma al fuego del solsticio ahora.
yo te aguanto justicia ofuscadora
del sol en armas sin piedad, que hiere.
Pura te entrego a tu inicial techumbre:
mírate ya ...! Más reflejar la lumbre
de sombra una mitad triste sugiere.
VIII
Para mí, solo en mi, cerca, y por tanto
de un corazón donde viene el canto,
entre el vacío y el suceso puro
aguardo el son de mi grandeza interna,
sonora, amarga y funeral cisterna
sonado un hueco en mi siempre futuro!.
IX
¿Sabes, falso cautivo del follaje,
mar que a esas verjas roes con tu oleaje ,
ya en mis ojos secretos refulgentes,
¿qué cuerpo me habla a su quietud ociosa,
qué frente lo une a esta mansión huesosa?
Piensa allí una centella en mis ausentes!
X
Pleno de un fulgor inmaterial, sagrado,
trozo terrestre al sol, este ofrendado
sitio entre sus antorchas me apetece,
de oro, piedra y cipreses por alfombra
con tanto mármol sobre tanta sombra .
En mis tumbas el mar fiel se adormece!
XI
Rechaza, perra espléndida, al sectario!
Cuando, pastor sonriente y solitario
yo apaciento, carneros misteriosos,
mi albo tropel de túmulos, entero,
ya esas palomas junto a mí no quiero,
ni sueños vanos, ni ángeles curiosos!
XII
Es ociosos el porvenir aquí venido!
Rasca el insecto un aire aridecido
que al recibirlo todo lo dejara
fundido en no sé qué severa esencia...
La vida es nula en su ebriedad de ausencia,
y es dulce la amargura, el alma clara.
XIII
Los muertos se hayan bien en esa ignota
tierra que los calienta y les agota
su enigma. Arriba el mediodía quieto
se piensa en sí, se hace consigo estable...
Testa integral, diadema irreprochable:
en ti yo soy el cambio y su secreto.
XIV
Detengo yo los miedos que tu inspiras!
Manchan mis dudas, mi aflicción, mis iras
tu gran diamante...!Pero en su silente
noche densa de mármoles en vago
pueblo entre las raíces, por halago
tu partido ha tomado lentamente.
XV
Se han fundido en una ausencia plena,
sorbió a la blanca especie roja arena
y el impulso vital fue a la corola.
¿Dónde el arte, las frases familiares
de los muertos, sus almas singulares?
Donde hubo el llanto hila una larva sola.
XVI
De las mozas los gritos exaltados,
dientes, ojos y párpados mojados.
el seno en flor que juega con el fuego,
labios que a darse un rojo brillo visten,
dones finales, dedos que resisten,
todo a la tierra va y entra en el juego!.
XVII
¿Esperas, alma, un sueño tú, sin tales
colores que a mis ojos terrenales
hacen la onda y el oro, de mentira?
¿Cantarás cuando seas vaporosa?
Huye todo! Mi máquina es porosa,
y el sagrado anhelar también expira!
XVIII
Magra inmortalidad negra y dorada
consolatriz atrozmente laureada
que de la muerte un seno haces materno:
el pío ardid y la ficción ilusa!
Quién no conoce y quién no les rehusa
luego ese cráneo, ese reír eterno!
XIX
Padres profundos, testas despobladas
que sóis ya, baja tantas paletadas
tierra que nuestros pasos no impresiona.
A vosotros, durmiendo bajo el suelo,
no da el gusano real ningún desvelo.
Vive él de vida y nunca me abandona!
XX
¿Amor, odio a mí mismo? Tan cercano
siento su diente oculto que, por llano
le conviene cualquiera apelativo.
No importa! El sueña, toca, quiere, intuye,
y hasta en el lecho donde me destruye
yo aquí, de ser de este viviente, vivo.
XXI
Ah Zenón, cruel Zenón, Zenón de Elea!
me traspasó tu flecha que cimbrea.
vuela y no vuela! Con su son, precisa
me estremece, y así me aniquilara.
Ah, el sol...! Qué sombra de tortuga para
el alma, calmo Aquiles a gran prisa!
XXII
No, no! De pie, en la era, sucesiva!
Rompe, oh cuerpo, esta forma pensativa!
Beba mi seno el viento renaciendo.
Que a este frescor que libra el mar, recobre
de nuevo el alma...Oh piélago salobre!
Vamos a la onda en un vital crescendo!
XXIII
Sí, con delirios, vasto mar, febriles,
piel de pantera, clámide por miles
de imágenes de sol agujereada,
ebria de carne azul, Hidra cimera
que en un clamor que otro silencio fuera
te remuerdes la cola deslumbrada!
XXIV
Se alza el viento...! Vivir! La brisa enorme
cierre y abra mi libro. Polvo informe
la onda sube a las rocas que blanquean!
Volad, páginas llenas de luz blonda!
Rompéd olas, rompéd esa rotonda
tranquila que los foques picotean!