
—¿Mario? —dijo la voz de Johan al teléfono.
—¡Si! Dime, Johan. ¿Qué hay de bueno para hoy? —contestó Mario.
Johan Burgos, era un hombre soltero de treinta años, a quien le gustaba festejar, incluso sin motivos aparentes; el fiel compañero de las aventuras nocturnas de Mario.
—¡Está noche hay que festejar y pasarla bien, amigo! No faltes. Nos vemos a las 8 en el Club. —fue la invitación que recibió Mario.
—Cuenta conmigo. Allí estaré sin falta. —fue la respuesta de Mario.
«¡Esta noche no puedo irme en blanco! Un rato con los muchachos en el club, algunos tragos para entonar, y después una hermosa nena para pasarla bien… Ojalá y sea una rubia la víctima de hoy, y si no, bueno, como sea, no quiero despertar solo en la mañana. Ya quedan pocos días para terminar mis vacaciones y debo aprovecharlos al 100%» era el pensamiento de Mario Vera, un hombre soltero de 29 años, acostumbrado a llevar una vida llena de tantos placeres y excesos como su soltería le permitía disfrutar, mientras se alistaba para salir al club.
Para Mario, esa noche no fue la excepción, y logró su cometido tal como se lo propuso antes de salir. Amaneció con Verónica, una chica rubia que conoció en el Club, a quien no volvería a ver más por un largo período, y de quien ni siquiera estaba seguro que ese fuera su nombre real.
Las vacaciones pronto terminaron y Mario debió reincorporarse al trabajo nuevamente. Este joven era el ayudante de Don Esteban del Veccio, propietario de una constructora transnacional encargada de muchas obras de infraestructura urbana en distintas regiones del país, motivo por el cual siempre andaba de viaje en compañía de su empleador.
—¡Buenos días, Don Esteban! Vengo listo para reincorporarme a mis actividades. Gracias por las vacaciones. —Saludo Mario a Don Esteban.
—¡Bienvenido, hijo! Me da gusto que estés de vuelta. Tengo mucha confianza depositada en ti. Prepárate, porque hay mucho que hacer. Mañana temprano saldremos al oriente del país. Tardaremos alrededor de una o dos semanas. Necesito supervisar algunas de las obras. ¿Puedes con eso? —dijo Don Esteban.
Don Esteban era un hombre mayor muy respetado por Mario, quien más que a un Jefe, lo veía como el Padre que nunca tuvo; por lo que las opiniones y consejos de ese señor eran de mucho valor para él.
—¡Claro, Don Esteban! Cuente conmigo. Usted, bien sabe que no tengo esposa a quien rendirle cuentas. —fue la respuesta de Mario.
—Quizás deberías ir pensando en echar raíces. Pronto te harás viejo, hijo. Que no te pase lo mismo que a mí, que no tengo hijos. —aconsejo Don Esteban.
—Lo sé, Don Esteban, pero creo que por ahora estoy mejor soltero. —respondio Mario.
El viaje junto a Don Esteban al lugar previsto, se prolongó un poco más de la cuenta. Pero Mario no se quejó, y siempre estaba disponible para lo que su Jefe lo necesitará, a pesar de que en esos días comenzó a padecer silenciosamente algunos malestares físicos.
Tras culminar el viaje, Mario asistió a una clínica y se realizó una evaluación médica, cuyos resultados fueron poco alentadores para él.
—El análisis indica signos compatibles con una enfermedad terminal. Es necesario que hagamos más pruebas para confirmarlo. Sin embargo, debes prepararte mentalmente para lo peor. —indicó el Dr. Hernández, después de leer los resultados de los exámenes de laboratorio.
Inmediatamente, tras escuchar aquellas palabras, los ojos de Mario se abrieron de par en par, mientras una sensación de frío intenso recorría su espalda. El consultorio del Dr. Hernández, que era amplio y espacioso, repentinamente, se sintió pequeño y asfixiante, como el interior de un profundo sótano.
—Pero… ¿cómo puede ser posible, doctor? Yo aún soy muy joven y me queda mucho por delante. —respondió Mario, incrédulo ante las palabras del Dr. Hernández, su voz era apenas un murmullo casi inaudible debido al nudo que se formó en su garganta.
—¡Entiendo tu sorpresa! pero debemos actuar con rapidez. Te recomiendo que sigas mis indicaciones al pie de la letra, cumplas con la dieta que voy a indicar y, sobre todo, que guardes reposo. Vamos a programar algunas pruebas para descartar dentro de dos semanas. —fue lo último que dijo el Dr. Hernández.
Mario, ese día, salió de la consulta, visiblemente angustiado. Mientras iba camino a su casa, sentía el aire denso y le costaba respirar por la desesperación. Al llegar a su apartamento, se tiró al sofá, sofocado de tanto pensar. Cogió su teléfono y quiso llamar a Johan para contarle, pero solo se quedó contemplando algunas instantáneas de lo que había sido su vida hasta ese momento, llena de excesos, fiestas y decisiones impulsivas. En ese momento, recordó el olor a tabaco, el ritmo atronador de la música y los tragos de alcohol; todos esos recuerdos le resultaron vacíos y amargos: el desperdicio total de una vida llena de oportunidades.
«Dios mío ¿Porque a mí? ¿Será este mi final? ¿Realmente me voy a morir?» esas eran preguntas que le quemaban la garganta, como un sabor a bilis en su boca; fueron algunas de las tantas cosas que pensó Mario, mientras se sumergía en su propia introspección y sentía el peso de todos los años desperdiciados.
—¡Mario! ¿Que te pasá? Andas como en otro planeta. ¿Fuiste al médico? —preguntó Don Esteban, ese otro día en el trabajo, a un Mario que parecía desconectado del mundo.
—¡Si! Claro que sí, Don Esteban. —respondió Mario.
—¿Y qué te dijo? ¿Estás bien? —preguntó Don Esteban.
—Solo me dijo que necesitaba hacer otras pruebas para dar un diagnóstico. —dijo Mario, cabizbajo, sin atreverse a contarle la verdad a Don Esteban.
—¿Es algo para preocuparse? ¿En qué piensas? Te necesito activo. —dijo Don Esteban.
—Bueno, aún no se sabe, Don Esteban. Solo he estado pensando en eso que me dijo sobre echar raíces. —respondió Mario.
—Bueno, hijo. Entonces anímate, ya tendrás tiempo para enderezar tu vida. —aconsejo Don Esteban.
«Espero que si, Don Esteban. Espero que Dios me dé la oportunidad», pensó Mario luego de las palabras de Don Esteban.
Esa semana transcurrió con normalidad en el trabajo, y Mario no sintió malestares físicos, aunque continuó reflexionando sobre su vida cada vez que tenía algo de tiempo.
—¿Mario? Hablame, hermano. —fueron las palabras que escuchó de Johan al contestar el teléfono el día sábado.
—Dime, Johan. —respondió Mario.
—¿Qué dices si vamos por algunos tragos y chicas está noche? —preguntó Johan.
—Lo siento, Johan. No puedo, amigo. Necesito descansar. Debo guardar reposo. —respondió Mario, negándose a la invitación, aunque físicamente se sentía bien.
Las dos semanas indicadas por el Dr Hernández transcurrieron, y Mario, nervioso y lleno de miedo, asistió nuevamente a la clínica para cumplir con los exámenes indicados por el medico.
—Mario, estuve revisando los resultados y los informes de los nuevos exámenes, y he notado inconsistencias con los primeros resultados, lo que me ha llevado a determinar que solo fue un falso positivo. —dijo el Dr. Hernández, luego de evaluar los resultados de los exámenes.
—¿Qué quiere decir, doctor? ¿Qué significa eso? —preguntó Mario, sin entender las palabras del Dr. Hernández.
—Eso significa que estás bien, Mario. No hay signos de enfermedad. Quizás solo fue un error en el laboratorio durante los primeros exámenes. Necesito que nos disculpes por el error cometido. —dijo el Dr. Hernández.
—¡Gracias, doctor! Gracias, de verdad. —contestó Mario, mientras dejaba escapar algunas lágrimas de alegría.
Ese día, Mario salió del consultorio del Dr. Hernández con una nueva perspectiva; estaba agradecido porque todo hubiera resultado en un error que le había hecho abrir los ojos. «No estoy enfermo. Aún me queda mucho tiempo para vivir. Es hora de seguir el consejo de Don Esteban», reflexionó Mario, luego de superar el amargo episodio.
- Imágen generada con Gemini y editada con IncollageApp.

¡Holaaa amigo!🤗
Que rudo ha de ser vivir una situación así y, he leído casos en los que, por un falso diagnóstico, la persona termina suicidándose, ya que no quiere vivir esa realidad y, luego de eso, la familia se entera de que solo fue un error, pero resulta que ya es demasiado tarde.
Te deseo mucho éxito en la dinámica... Un fuerte abrazo💚
Downvoting a post can decrease pending rewards and make it less visible. Common reasons:
Submit
Hola amiga. Claro que sí, totalmente de acuerdo contigo. Está no es una situación facil para quien le toque vivirla. Estar a la espera de un diagnóstico así, debe ser muy desesperante y desalentador. Los débiles de mente, fácilmente, terminan tomando acciones drásticas. Gracias por pasar y comentar. Fue un gusto para mí.
Downvoting a post can decrease pending rewards and make it less visible. Common reasons:
Submit
Downvoting a post can decrease pending rewards and make it less visible. Common reasons:
Submit
La mente es poderosa, con un diagnóstico así la gente muere por la angustia y no por enfermedad.
Excelente tu historia..
Saludos
Downvoting a post can decrease pending rewards and make it less visible. Common reasons:
Submit
Es un buen cuento con una buena moraleja. Hay muchas formas de sentar cabeza, pero echarse a perder la salud con fiestas no siempre acaba bien.
Downvoting a post can decrease pending rewards and make it less visible. Common reasons:
Submit