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«¿Un futuro prometedor? Espero que sí. No me gustaría volver con el rabo entre las piernas; dejé tantas cosas atrás por esta oportunidad, y bueno, sé que Marina también hizo sus propios sacrificios. Se le ve tan feliz y llena de esperanzas; ilusionada. Ojalá que este viaje, al final, no resulte en una decepción… no, mejor ni pensarlo; nada de eso», era parte del mar de pensamientos que inundaban la mente de Jairo, mientras observaba la emoción que irradiaba su novia Marina desde el momento en que decidió acompañarlo en esa aventura. Ambos se habían embarcado en un largo viaje, que estaba a punto de alcanzar el destino que habían elegido al abandonar su tierra natal: el sueño de una mejor calidad de vida.

Jairo había vendido el caballo y las tres vacas que le regaló su padre, así como la cabaña que tanto esfuerzo le costó construir; las pocas cosas que tenía, con tal de costear la travesía a esas tierras lejanas en las que muchos depositaban la ilusión de una vida llena de facilidades, tras desatarse la fiebre de la migración.

Marina, por su parte, abandonó la comodidad de la casa de sus padres y el futuro que estos habían trazado para ella; todo por vivir junto a Jairo, lejos de la crítica de familiares y conocidos. Las muchas historias sobre las bondades de aquel lugar, la ayudaron a motivarse para tomar la decisión de abandonar su país junto al hombre que amaba. No le importaba empezar desde cero y tener que lavar platos o quizás servir como doméstica en alguna casa familiar; para ella, eso era insignificante, siempre y cuando estuviera junto a Jairo. Además, los tantos relatos que escuchó sobre aquellos a quienes les había ido bien, fueron el empujón extra para migrar junto a él.

Sin embargo, todas esas historias no fueron suficientes para prepararlos para todas esas dificultades que tuvieron que sortear durante el camino. No, ninguno de esos relatos previó las tantas noches que tuvieron que dormir en las calles, sin cenar, abrigados ante el frío de la noche a la intemperie, ni las largas caminatas bajo el ardiente sol, sedientos de agua fresca; y todo con tal de estirar el dinero que Jairo había acumulado para ese viaje.

Todos sus familiares, amigos y conocidos habían quedado muy atrás en la tierra que los vio nacer y crecer. Quizás no volverian nunca más, y en caso de hacerlo, esperan que fuera con dinero de sobra y la vida resuelta, para adquirir mucho más de lo que debieron desprenderse luego de la decisión de perseguir ese sueño.

«Dios mío, espero que podamos desembarcar tranquilamente», pensaba Jairo, mientras que, desde atrás, observaba a su novia Marina, sentada en la pequeña embarcación durante el último tramo del viaje. «Ya no queda nada más en mi bolsillo… las últimas monedas solo alcanzaron para regatear el viaje en esta barca. Espero que todo allí sea como nos lo pintaron. Por favor, señor, que todo salga bien… cruzar este río es lo último que nos falta para llegar. Obsequiamos tu bendición junto a una buena bienvenida. Protégenos y aleja de nuestro camino a los guardias de migración», rogaba Jairo en silencio, mientras el barquero estaba a punto arribar al otro lado del río… mientras estaban por llegar a la tierra donde esperaban alcanzar un futuro próspero.

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Está es mi participación en el concurso de arte y escritura #153, propuesto por la amiga @solperez, para la comunidad Venezolanos Steem. Por acá les dejo el Link del concurso, para aquellos que estén interesados en participar. Invitó a @emmabritt y @thaizmaita.

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