Laura, una mujer de familia pudiente y con muy buena educación sufrió un accidente al caer de un caballo el año anterior, por lo que lo que le realizaron una cirugía muy dolorosa.

Parte de su tratamiento, era la administración de pequeñas dosis de morfina, las cuales servían de analgésico para mitigar su dolor. El alivio durante su recuperación resultaba instantáneo, tanto así fue que rápidamente pudo regresar a sus quehaceres diarios.

Sin embargo, un inmenso dolor comenzó a aquejarle insistentemente. Laura lloraba y se quejaba, le imploro al doctor que le subiera la dosis de morfina y ante la negación de este, busco en las calles donde adquirir la droga.

Para su sorpresa se topó con un club que operaba en semiclandestinidad en los que sus mecenas o afiliados podían consumir la cantidad de morfina que quisiesen siempre y cuando contribuyeran de forma generosa con el mantenimiento del local y la compra de la preciada sustancia.

Los operarios y las madamas que regentaban los clubes eran de origen chino, ellos tenían el conocimiento ancestral de la extracción de morfina a través de la savia de la flor amapola, lo que garantizaba la pureza de la misma ante los asiduos a esos clubes.

Laura al entrar a un lugar tan decadente observa que media ciudad se encuentra en sillas y tumbonas utilizando inyectadoras bañadas en oro unos, otros utilizando artilugios oxidados, cada quien, aislado en su mundo interior libres de dolores, desconectados socialmente.

Muy gentilmente, una joven la toma por un brazo y la acuesta en una cama, inyectándole una generosa dosis de morfina. De manera fulminante se duerme y yace sudorosa, y descuidada, comenzando así su viaje a la adicción.

Fuente

En su dulce sueño, libre de dolores y lleno de placer se le presenta a Laura un joven con alas que le dice:

—Buenas noches, ¿cómo te encuentras Laura? —preguntó el joven.
—Estoy bien, gracias ¿cómo se llama usted? —respondió Laura.
—Yo soy Morfeo, el Dios de los sueños profundos y placenteros —respondió el joven.

A continuación. Morfeo comienza a relatarle que de seguir ese camino de adicta su ansiedad y desesperación no desaparecerán, más bien se encontrará siempre inducida a tomar las peores decisiones de su vida, mentiría a familiares y amigos y su salud comenzaría a deteriorarse.

—¡Te tengo una propuesta Laura!. Te tengo un camino hacia la recuperación —Increpo Morfeo.
—A qué se refiere Señor —dijo Laura.

Morfeo le explica: el mundo se encuentra sumido en el dolor y en la mentira y tú necesitas apoyo y comprensión. Yo te necesito como recluta y te aseguro que veras la claridad del mundo que te rodea. Entre otras cualidades que poseo también veo el futuro y te aseguro que este no te gustará. Si quieres esclarecer tu mente o quieres permanecer en esta ilusión de vida te doy a elegir entre la pastilla roja que te permitirá percibir la verdad, o la pastilla azul en la que seguirás siendo víctima de tus adicciones y sucumbirás ante este depravado y maligno mundo.

Laura no entiende a Morfeo :

—Estoy algo aturdida Señor, pero de verdad logro intrigarme. No tengo nada que perder en esta vida ante este incesante dolor y muy dentro de mí sé que estoy perdiendo mi alma —dijo Laura.

Ella con manos temblorosas escoge la pastilla roja y la toma.

—Señor Morfeo ¿y ahora qué? —dijo Laura.
—Ahora, te llamaras ¡Trinity!, y nos adentraremos en la psique de la Matrix—dijo Morfeo.

¿Realidad, influencias de las drogas, puros inventos míos, o un poquito de todo?. Lo dejo a consideración de ustedes queridos lectores.