Previamente...
Pasar una noche más juntos y despertar al lado del amor de tu vida, ha de ser una sensación maravillosa, mágica y plena. Tal era el caso de esos dos enamorados, con una taza de café y un delicioso desayuno comenzarían su día.
En camino hacia el sepelio de la señora Martha, el pintor y su musa escuchan una canción en la emisora de la radio, sintonizada por el chófer. Letras que tocaban la herida del corazon de Erik, una nostalgia que deseaba dejar de sentir y que aquella canción hacía que se intensificara ese sentimiento.
Erik y Emma hablaron del porqué de esas canciones, que hacían que la tristeza se quedara en una persona que sentía dolor. Al final le pidió al chófer apagar la radio y así poder platicar de otro tema con su amada.
Poco después llegaron al sepelio, se encontraron con los padres de Erik, quien enseguida al verlo le dijeron que querían tener una conversación con su hijo.
La ocasión se prestó para una invitación a un restaurante y allí se llevaría a cabo la misma.
En el silencio solemne del sepelio de la señora Martha, apenas asistieron unas pocas personas. Ella misma había pedido que fuera así, en vida, deseaba que su despedida fuera íntima y privada. Pensó que, en momentos de duelo, la discreción era lo más recomendable, y todos respetaron su voluntad.
Erik, con el corazón pesado por la pérdida de su abuela, se mantuvo firme, sin dejar que una lágrima cayera. Tomado de la mano de Emma, la mujer que ama, encontró en ella un refugio en medio del dolor. Sus padres estaban cerca, mientras sus hermanos conversaban con otros familiares, intentando mantener la compostura.
De repente, el celular de Emma comenzó a vibrar con una notificación de llamada entrante. Ella se sonrojó, sintiendo la incomodidad de haberlo olvidado en silencio en un momento tan delicado. Se disculpó rápidamente con Erik y se apartó un poco para atender.
—¿Hija? Nos tienes muy preocupados a tu padre y a mí —sonó la voz angustiada de su madre. —No has leído nuestros mensajes, no sabemos dónde estás. ¿Estás bien?
Emma, avergonzada, respondió con rapidez: —¡Estoy en un sepelio, mamá! Te devolveré la llamada más tarde. ¡Los amo!
En ese instante, recordó lo importante que era mantener el silencio del teléfono en estos momentos de duelo, para evitar incomodidades. Guardó el celular y volvió junto a Erik, quien la esperaba con ansias de sentir su compañía llena de amor.
Tras finalizar el sepelio de la señora Martha, todos los presentes se despidieron de los familiares de Martha. La casa, por primera vez en mucho tiempo, quedaría vacía. Nadie había previsto su fallecimiento, menos aún que una mujer sana se iría tan repentinamente.
—Erik, por favor, discúlpame —dijo Victoria, acercándose con una expresión sincera—. Me gustaría hablar contigo en privado, unos minutos. ¿Podemos?
—¡Por supuesto, Victoria! —respondió Erik, sonriendo amablemente. —Por cierto, ella es Emma, ¡mi todo! —añadió con picardía, lanzando una mirada cómplice a Emma. —¡Mi todo!
Entre el pintor y su musa existían palabras únicas para expresar su amor, y esa era una de ellas. Emma no dudó en aceptar que Erik hablara con Victoria, sabiendo de la existencia de aquella joven mujer que, durante una videollamada, le enviaba mensajes al pintor.
—¿De qué quieres hablar, Victoria? —preguntó Erik con voz amable.
Victoria, con cierta timidez, explicó: —Perdóname si esto resulta inapropiado, pero al aceptar cuidar de la señora Martha, vendí todas mis cosas para vivir con ella. Ahora, tras lo ocurrido, no sé a dónde ir. Necesito preguntarte directamente, aunque sé que puede incomodarte. Solo busco un lugar donde quedarme, al menos hasta encontrar otro sitio.
Erik le explicó que él no era el dueño de la casa, y que para tomar una decisión definitiva tendría que hablar con sus tíos. Sin embargo, le aseguró que podía quedarse esa noche, al menos.
—No te preocupes —dijo con empatía—. Saldré a almorzar con mis padres y hermanos. Lo hablaré con ellos antes.
Ambos se despidieron, y Erik regresó junto a Emma, quien lo esperaba con una sonrisa de apoyo. La confianza entre ellos era total, y sin secretos, compartieron sus pensamientos sobre Victoria y su situación.
—Mi amor, espero que puedan ayudarle —dijo Emma con ternura—. Parece una buena persona. Sé que no es mi asunto, pero estoy segura de que tu abuela también te lo agradecería.
Erik le tomó la mano, le dio un suave beso en ella y sonrió. Luego, con una mirada decidida, le pidió que lo acompañara a buscar a su familia. Juntos, salieron en dos vehículos hacia un restaurante cercano, sin saber exactamente qué temas surgirían en esa comida, pero con la certeza de que sus prioridades estaban claras: siempre estar juntos y no permitir que se antepongan sobre sus objetivos.
Restaurante...
Al llegar, Erik se baja rápidamente del vehículo y como todo un caballero abre la puerta y extiende su mano para ayudar a salir a su amada.
Mientras que por otro lado, su padre hace exactamente lo mismo con su madre. Junto s sus dos hermanos de dirigen hacia la puerta de entrada. Aunque no hubo reserva previa, el apellido de Erik era ciertamente reconocido, solo que él apenas lo sabría.
Una gran mesa para todos, una meses se acerca para tomar la orden. Una atmósfera agradable, con el sonido relajante de una pequeña cascada artificial hacia de la tarde, una muy especial.
—Erik, este restaurante es hermoso ¡Es la primera vez que venimos aquí!—La madre del pintor con admiración hacia el lugar expresó.
En ese instante interviene su padre, quien parecía no poder esperar un minuto más, para esa plática que había pedido tener con su hijo.
Bebiendo un sorbo de agua, cortésmente pide silencio para tratar un tema importante y que merece toda la atención posible.
—Hijo, debo ser directo y sincero contigo. La perdida de mi madre es dolorosa, al igual lo fue con la de mi papá y que es notorio cuánto te ha afectado y de lo que podría seguir perjudicando tu futuro cercano. Tu madre y yo sabemos sobre la herencia que te ha dejado tu abuelo Victor, de hecho me temo que toda la familia lo supo días previos a su partida. Y esto gracias a tu tío Gustavo quien tuvo un intercambio de palabras con el abogado y en ese momento, salió al descubierto las intenciones de tu abuelo. Somos una familia muy unida y no pretendo hacer que eso cambie, pero quiero pedirte amablemente, que me concedas el cargo que te fue asignado, solo hasta que te sientas mejor ¿Qué opinas?.—El padre del pintor demostraba su otra cara, un acto inesperado de su parte.
Erik se sorprendió, jamás había concibido en su mente esa propuesta y menos tan repentina. Él no se quedaría en silencio, después de haber homenajeado a su abuela, tomó firmemente su carácter como director de esa empresa y estaba decidido a avanzar.
—¡Discúlpame papá! Pero difiero de lo que has dicho, me siento muy bien y preparado para lo que ha de venir.—con todo respeto debo decir que no necesito que confíes o no en mi, si se me ha otorgado este cargo es porque me lo merezco y tengo habilidades para liderar.—Erik respondió con cuidado y educación ante lo que para él era una acción equivoca.
—¡Mi amor, no te alteres! Es una conversación que iba a presentarse en cualquier momento.—¿Porqué no disfrutamos de este ambiente y de la comida? Es posible que nos haga liberar el estrés y así hablaríamos cómodamente.—La madre de Erik tomó la situación a la ligera, aunque tenía intenciones de hacer cambiar de opinión a su hijo.
Para desviar por completo ese tema, Erik planteó lo que Al llegar, Erik se baja rápidamente del vehículo y, como todo un caballero, abre la puerta y extiende su mano para ayudar a salir a su amada.
Por otro lado, su padre hace exactamente lo mismo con su madre. Junto a sus dos hermanos, se dirigen hacia la entrada. Aunque no hubo reserva previa, el apellido de Erik es ciertamente reconocido, aunque él aún no lo sabe.
Una gran mesa espera a todos; una mesera se acerca para tomar la orden. La atmósfera es agradable, con el relajante sonido de una pequeña cascada artificial que decora la tarde, creando un momento muy especial.
—¡Erik, este restaurante es hermoso! ¡Es la primera vez que venimos aquí! —exclamó la madre del pintor, admirando el lugar con entusiasmo.
En ese instante, interviene su padre, quien parecía no poder esperar más para tener esa conversación que había pedido con su hijo.
Bebiendo un sorbo de agua, pide cortésmente silencio para tratar un tema importante, que merece toda la atención posible.
—Hijo, debo ser directo y sincero contigo. La pérdida de mi madre fue muy dolorosa, igual que la de mi padre, y sé cuánto te ha afectado y cuánto podría seguir perjudicando tu futuro cercano. Tu madre y yo sabemos acerca de la herencia que te dejó tu abuelo Víctor. De hecho, me temo que toda la familia lo supo días antes de su partida. Esto fue gracias a tu tío Gustavo, quien tuvo un intercambio de palabras con el abogado, y en ese momento salieron a la luz las intenciones de tu abuelo. Somos una familia muy unida, y no pretendo que eso cambie, pero quiero pedirte amablemente que me concedas el cargo que te fue asignado, solo hasta que te sientas mejor. ¿Qué opinas? —El padre del pintor demostraba una faceta inesperada, un acto sorprendente de su parte.
Erik se sorprendió; jamás había considerado esa propuesta, mucho menos de manera tan repentina. Sin embargo, no se quedó en silencio. Después de haber homenajeado a su abuela, tomó firmemente su carácter como director de esa empresa y decidió avanzar.
—¡Disculpa, papá! Pero difiero de lo que has dicho. Me siento muy bien y preparado para lo que venga —respondió con respeto—. No necesito que confíes o no en mí. Si se me ha otorgado este cargo, es porque me lo merezco y tengo las habilidades para liderar. —Habló con calma, consciente de que esa propuesta le parecía equivocada.
—¡Mi amor, no te alteres! Es una conversación que iba a surgir en cualquier momento —dijo su madre, intentando suavizar la situación—. ¿Por qué no disfrutamos de este ambiente y de la comida? Tal vez así podamos liberar el estrés y hablar con mayor comodidad. —Tomó la situación a la ligera, aunque con la intención de hacer cambiar de opinión a su hijo.
Para desviar por completo ese tema, Erik planteó lo que Victoria había pedido. Sin embargo, eso provocó malas interpretaciones.
Su padre propuso un acuerdo: que su hijo le concediera, por un tiempo, sus derechos sobre la empresa a cambio de permitirle a Victoria hospedarse allí hasta que pueda encontrar un lugar para ella.
¡Indignación! Esa fue la primera reacción de Erik, quien luchaba con sus pensamientos y sentimientos. No sabía si levantarse de la mesa e irse con Emma, o continuar esa incómoda conversación con su padre.
—¡No, papá, lo siento! —exclamó—. Yo tampoco quiero que, por motivos como estos, nuestra familia se vea afectada. ¿Sabes qué me molesta? Que te creas con el derecho de decidir las cosas por los demás. —Luego, guardó silencio y se dedicó a disfrutar de la comida.
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El pintor y su musa/Parte I
El pintor y su musa/Parte II
El pintor y su musa/Parte III
El pintor y su musa/Parte IV
El pintor y su musa/Parte V
El pintor y su musa/Parte VI
El pintor y su musa/Parte VII
El pintor y su musa/Parte VIII
El pintor y su musa/Parte IX
El pintor y su musa/Parte X
El pintor y su musa/Parte XI
El pintor y su musa/Parte XII
El pintor y su musa/Parte XIII
El pintor y su musa/Parte XIV
El pintor y su musa/Parte XV
El pintor y su musa) Parte XVI
El pintor y su musa) Parte XVII
El pintor y su musa/Parte XVIII
El pintor y su musa/Parte XIX
El pintor y su musa/Parte XX
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El pintor y su musa/Parte XXII
El pintor y su musa/Parte XXIII
El pintor y su musa/Parte XXIV
El pintor y su musa/Parte XXV
El pintor y su musa/Parte XXVI
El pintor y su musa/Parte XXVII
El pintor y su musa/Parte XXVIII
El pintor y su musa/Parte XXIX
El pintor y su musa/Parte XXX
El pintor y su musa/Parte XXXI
El pintor y su musa/Parte XXXII
El pintor y su musa/Parte XXXIII
El pintor y su musa/Parte XXXIV
El pintor y su musa/Parte XXXV
El pintor y su musa/Parte XXXVI
El pintor y su musa/Parte XXXVII
Curated by: @adeljose
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Muy agradecida, un abrazo fraternal
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