Previamente...
La familia de Erik, acompañada por su amada Emma, llegó al restaurante, un lugar que se distinguía por su ambiente cálido, acogedor y hermoso, digno de ser admirado por todos los visitantes.
Tras tomar asiento, fueron atendidos por una simpática mesera que les brindó una sonrisa cordial. Sin embargo, fue el padre de Erik quien, con determinación, tomó la iniciativa de abordar un tema que claramente le inquietaba.
Se trataba del cargo de director que su difunto padre había confiado a Erik, su nieto. Un asunto delicado, que requería ser tratado con seriedad y responsabilidad.
El padre del pintor propuso que Erik cediera temporalmente su puesto, hasta que estuviera lo suficientemente preparado, tanto a nivel profesional como personal, para liderar con éxito la empresa que su abuelo le había dejado en herencia.
Este planteamiento hizo que la conversación en ese rincón del restaurante se volviera algo incómoda. Para aliviar la tensión, la madre de Erik decidió invitarlos a degustar la deliciosa comida, con la esperanza de que, en un ambiente más relajado, pudieran continuar el diálogo con mayor calma y claridad.
Era la primera vez que Erik hablaba con tanta seguridad a sus padres. En ese momento, ellos comprendieron que estaban frente al director de una empresa exitosa, no solo por los esfuerzos del señor Víctor, sino también por la constancia y dedicación de Erik, aunque aún no tuviera el conocimiento necesario para liderarla por completo.
—¡Entonces todo está dicho, hijo! Créeme, jamás podría arruinar tus planes. ¿Sabes que a veces debemos actuar para ver la reacción de la otra persona? Con esta actitud, demuestras que eres merecedor del cargo que te otorgó tu abuelo—Por otro lado, quiero decirte que la situación con Victoria la podremos resolver juntos— El padre de Erik comprendió que él estaba dispuesto a cumplir con su deber en la empresa.
El pintor le sonrió a su padre y, seguidamente, le agradeció con un fuerte abrazo.
Así, la atmósfera en el restaurante se mantuvo cálida y tranquila, reflejando el cariño y la unión de esa familia. Hablaron de futuros viajes, de próximos proyectos y, sobre todo, de lo valioso que era para ellos estar juntos.
—¿Te gusta el nombre de Arte Viva?—. En susurro al oído, Erik preguntó a Emma.
Ella, tras una amplia sonrisa, respondió— ¡Me encanta, mi amor! —. Ella estuvo de acuerdo con el pintor.
Al terminar la velada, el padre de Erik tomó la palabra frente a todos, expresando lo que tenía en mente respecto a Victoria. Propuso ayudarle a comprar una vivienda cómoda, acordando que ella pagaría en cuotas que ambas partes establecieran, para que pudiera sentirse tranquila y cumplir con sus obligaciones sin preocupaciones.
La propuesta fue bien recibida por Erik y su musa; solo quedaba hablar con Victoria y coordinar la compra.
—¡Perfecto, mañana hablaré con ella!—, exclamó el pintor, lleno de entusiasmo.
—Una cosa más, hijo—, añadió su padre con tono pensativo—. ¿Por qué no le propones que trabaje para ti? Sé que hay cargos que se pueden desempeñar a distancia.
La sugerencia tomó a Erik por sorpresa.
Emma, por su parte, sintió una mezcla de intriga y aprobación. Aunque ella estaba de acuerdo en ayudar a Victoria, ofrecerle un puesto en la empresa de Erik, considerando lo ocurrido con los mensajes anteriores, sería una decisión que requeriría hablarla a solas con el pintor.
Un brindis en honor a Erik por parte de sus padres, para luego retirarse del restaurante. Sus padres, junto a sus hermanos, se dirigieron en su propio vehículo, mientras la pareja de enamorados y el chófer partieron en el suyo.
Una vez solos, con una música suave y agradable de fondo, gracias a la atención del chófer, Erik y Emma continuaron su conversación sobre Victoria.
—¿Mi amor, te pareció absurda la propuesta de mi papá? —preguntó Erik con tono respetuoso, siempre atento a la opinión de su amada—Me refiero a que ella trabaje para mí.
Emma lo miró con una mezcla de sorpresa y cautela antes de responder:
—No creo que "absurda" sea la palabra exacta, mi amor. Solo me sorprendió. Pasaron de querer ayudarle a comprar una vivienda a invitarla a formar parte de tu equipo de trabajo.
El pintor asintió, explicándole con serenidad que su padre era de esas personas impulsadas por la rapidez en solucionar los problemas. Para él, cualquier medio era válido para ayudar.
—Quiero que tengas presente, mi amor —dijo con suavidad— que siempre puedes expresarme lo que sientes. Para mí, tu opinión es muy importante. Entiendo lo que me dices; créeme, por un momento recordé esos mensajes y pensé en lo que menos necesitamos ahora son dramas en nuestra relación.
El pintor sabía bien cuáles serían las consecuencias si permitía que Victoria se acercara demasiado a su vida. Por eso, en su interior, mantenía una barrera clara, consciente de los riesgos
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