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Joaquín llamó a mis padres, como era de esperarse. Hablaron con el médico mientras yo daba un tour alimentario y regenerativo por el hospital. Mis preocupados padres le contaron al indiferente médico que me la vivía encerrada en el cuarto, inapetente y tenía un comportamiento muy raro últimamente, casi irascible. Le aunaron alarmados lo que Joaquín les había dicho sobre que mis quemadas eran graves pero la casa estaba bien. También lo sospechoso de que lo hiciera en secreto. Eso, más la historia del secuestro.

Entonces me dieron la noticia de que me hospedaría en pasillo de salud mental. Por mi bien, por supuesto. Un lugar en el que tengo entendido que si no comes, te meten un tubo por la nariz o qué sé yo. Lo único interesante en vista son las drogas y no creo que me hayan prescrito ninguna …¿podría tragarlas?

Espero a que baje el sol para acercarme a la ventana. La abro poco a poco. Y salto. Yo diría que es mala idea poner psiquiatría en el piso ocho, pero bueno. Me quedo ahí, en el piso, en una pose rara y posiblemente sexual, con las pompas al aire, en la que se ve ven los calzones desde cualquier ángulo.

Espero un buen rato y nadie viene. Hay gente consternada, pero nadie viene. Gente se asoma de vez en vez pero nada ocurre. Hay que esperar al ministerio público para que levanten un acta . Estoy torcida, el cuello me duele y tengo que reposicionar algunas partes de mi cuerpo. Harta, me pongo de pie. Me acomodo, me sacudo. Es un fastidio. Nadie tiene respeto por los aventados.

Apenas estoy considerando sobre si irme caminando como loquita con la bata de hospital o irme al estacionamiento, pero me sorprende mi padre con su voz enojada entre dientes ¿Qué es lo que estas haciendo, Irina? ¡Por Dios! Eres una morbosa ¡Métete inmediatamente, por favor! Señala la puerta de entrada. Sí, mi padre cree (o quiere creer) que yo me salí para ver el espectáculo del suicidado, y que le llamaron porque no me encontraban.

Ahí quedó mi improvisado plan.

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Creación original de Moka Misschievous