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Un día de Navidad, el mismísimo 24 de Diciembre, transcurría el año 1.977, aproximadamente las 08:00pm, con 17 años de edad, me desempeñaba como un jovencito, lleno de alegría e impetud, festejando en compañía de mis amigos, el pronto nacimiento del niño Dios, en el conglomerado de la algarabía compartía el encendido de juegos pirotécnicos con petardos y toda clase artefactos, esto sucedió en mi ciudad natal (Lagunillas, Zona petrolera, Estado Zulia, Venezuela), lo cierto de mi narración, es que para esas fechas Decembrinas, la Muncipalidad había ejecutado trabajos de nueva pavimentación de Avenidas y carreteras, dichas vías presentaban un pavimento muy fresco (cerca de compactarse, aún con el olor del petróleo recién vertido en su mezcla emanando vapores volátiles), en esos instantes, observé un vehículo en muy mal estado físico, para mi sorpresa, su conductor era un excompañero de Colegio, que a pesar de poseer mi edad había decido abandonar los libros para dedicarse a la mecánica automotriz. Observé un detalle, ya que su vehículo no portaba tapa cubierta de la boquilla del tanque recipiente de combustible y éste a su vez derramaba la mezcla del gas carburante sobre el pavimento color negro como la muerte misma. A medida que el vehículo avanzaba frente a mi de manera impulsiva, por mi corta edad e inmadurez, encendí un cerillo, hecho inmediato lo lancé sobre el derrame de combustible, mis amigos al igual que yo, pasamos en fracciones de segundos de la algarabía a la emergencia para tratar de salvar a mi ex-compañero de Colegio de un desenlace con una muerte segura, daños corporales o posiblemente la muerte colectiva de todos los presentes, ya que mi poco sentido común no me limitaba al momento de actuar intempestivamente sobre los peligros latentes en dicho entorno, gracias a mi habilidad atlética por practicar fútbol en esos años de juventud, logré dar alcance al vehículo e indicar el gran riesgo que sobre mi amigo se sobrevenía, ya que la linea de llama se extendió aproximadamente 2 metros de altura, conjugada con la vertiginosa velocidad de la combustión tipo flama que en linea recta y esta a su vez generaba una velocidad impresionante de seguro lograría finalizar en la boquilla del tapa cubierta del vehículo que pudiese haber generado una explosión sin precedentes lo cumbre de esta narración es que luego de yo cometer este gravísimo y casi fatal error en conjunto con mi compañero, que debido a su adrenalina e instinto de salvaguardar su vida; tomo la decisión correcta e inmediata de acelerar y girar bruscamente su vehículo en la siguiente intersección de la Avenida, para tratar de alejarse de la llama que le realizaba una persecución voraz a tal punto que ya prácticamente era inminente el estallido del vehículo al encontrarse los dos puntos de estos elementos, osea la boquilla con derrame de combustible y la punta de la llama, el final de la odisea resulto alentador para todos los presentes, posteriormente yo recibí mi respectivo castigo de mis padres, ya que el nuevo pavimento de la Avenida, sufrió serios daños producto del efecto de las llamas.

Mi consejo para la juventud es que usen con responsabilidad los fuegos pirotécnicos, ya que de verdad, pueden ocasionar desenlaces terribles. De hecho, creo que ni deberían ser usados, pues siempre han presentado grandes problemas.

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