![la muerte y el lenador.png](https://cdn.steemitimages.com/DQmXTW8Twx7SgDoLQhqiWHrhcZ46Dri2suLqtnLio7qDNEo/la%20muerte%20y%20el%20lenador.png) ^{fuente de la imagen}

El trabajo pesado no es sencillo, claro que no, pero si no lo hago yo ¿quién más lo haría? Mi esposa podría hacer una lista de todos los que podrían hacer (y también hacen) mi trabajo, pero yo soy orgulloso, impecable, tengo el instinto de encontrar los mejores árboles y traer al pueblo la mejor leña. Mi esposa no deja de decir que ya estoy viejo, que es peligroso, pero es necesario. No somos pobres, pero tenemos bocas que alimentar. Miro a mi alrededor y puedo sentir la serenidad de la naturaleza envolviendo mi espíritu, lo único que se escuchaba era el golpe del metal contra el roble, una y otra vez, y el canto de las aves en el bosque. Escuche algunas ramas crujir y aquello me sacó de los pensamientos. Dejé mi hacha a un lado para escuchar con atención y concentré mi visión en la oscuridad del interior del bosque, tuve un mal presentimiento. Ya estaba anocheciendo, así que tomé todo lo que había cortado y los até en un nudo, acomodé la madera en la carreta y emprendí mi camino de vuelta. No dejaba de ver a mi al rededor, sentía que había algo que me observaba. Intenté apresurar mi paso cuando volví a escuchar los crujidos, temía que fuese un lobo o algún otro animal salvaje. Me detuve en seco ante la repentina presencia de una figura frente a mí, no podía ver su rostro, pero si podía notar sus ropas sucias. Estaba descalzo y emanaba un olor a putrefacción.

—Que tenga buen día, señor —dije, disimulando la mala impresión que me había dejado, intentando rodearlo con cuidado para seguir mi andar, pero nuevamente obstruyó mi camino. Un par de movimientos me bastó para darme cuenta de que no quería que avanzara—. Disculpe, señor, necesito tomar ese camino. El hombre misterioso levantó un dedo, señalándome. Noté su dedo necrosado y un escalofrío invadió mi cuerpo. Llegué a pensar que el mal olor no venía de su ropa sino de él. —Señor, no doy limosnas... —Ese no es el camino que debes tomar. Sentí su voz como un chillido que retumbó mis oídos, pero al mismo tiempo una frecuencia grave que no podía descifrar. Algunos pájaros volaron, huyendo, como si hubiesen sentido un temblor. Mi corazón comenzó a latir con fuerza sin entender qué es lo que realmente estaba pasando. —Me temo, señor, que está equivocado, así que con permiso —me dispuse a retomar mi camino una vez más, pero el hombre me cortó el paso. Lo tenía tan cerca como para sentir arcadas por su mal olor. —Ese no es el camino que debes tomar —repitió, su voz sonó más chillona, más grave. Mi estomago se revolvió, más que por el asco, por el miedo de ver como sus ojos cambiaban a un rojo intenso bajo la oscuridad de su caperuza ruñida. La soledad del bosque se tragó mis gritos y mi cuerpo se petrificó. Intenté correr, pero tropecé con mi propia carreta, me invadió un dolor intenso al caer. —¡Eres el diablo! ¡Aléjate de mí, en nombre del Señor! Mis palabras no parecían hacerle ningún daño a la entidad que estaba frente a mí. Al contrario, parecía esquivarlas e incluso pude escuchar una ligera carcajada. Se acercó lentamente. —Yo soy la muerte y ese no es el camino que debes tomar —señaló el sendero que insistía tanto en recorrer, el camino a mi casa, donde me esperaba mi familia—. Has sido llamado a volver al mundo etéreo. No soy quien juzga tu alma, solo soy mensajero del destino. Todavía incrédulo intenté gritar otra vez. Quise levantarme y huir, pero lo más probable es que me había torcido el tobillo. Pensé en mi mujer, ¿será ese al peligro que se refería? Pensé que hablaba de los animales, de los árboles que caían, pero no a la mismísima muerte en persona. Me rehusaba a irme con ella. Tomé algunos pedazos de roble que había cortado y comencé a lanzarlas en su dirección, pero no le causaban ni un rasguño. —¡Por favor, tengo hijas! —imploré. La muerte se acercó a mí y me tomó de los hombros, intentando arrastrarme a mi destino fatal. Me sujeté fuerte de mi carreta, luchando a favor de mi vida. No, todavía me faltaba ver a mis hijas crecer y casarse con un buen hombre. ¡No! Su agarre era fuerte y yo no me iba a resignar. De pronto, me soltó y se hizo a un lado. Yo lo vi confundido, pero triunfante. Sabía que se cansaría de insistir. Me levanté del suelo, con la mirada fija en la muerte, asegurándome que no fuese a hacer más nada. Tal vez era la adrenalina, pero mi tobillo no dolía más y comencé a correr, escapando de mi amenaza. La voz de la muerte retumbó con fuerza en mis oídos, deteniéndome en seco, como si lo tuviese al lado, pero claramente estaba lejos. «Si tomas ese camino tu espíritu tal vez no sea juzgado, pero estarás condenado a vagar por el mundo terrenal y ver a tu familia morir sin la posibilidad de reencontrarse en el más allá, pues ellos irán por el camino correcto y tu estarás vagando eternamente». Sus palabras me revolvieron el estómago y al voltearme me vi ahí, yacía inerte al lado de mi carreta, muerto. Ya había muerto. Así de fácil. Pensé una y otra vez en sus palabras. ¿Valía la pena sacrificar la eternidad de mi alma por unos años más con mi familia? ¿Aunque no me pudieran ver? ¿Aunque no los pudiera abrazar? ¿Aunque existiera la posibilidad de un reencuentro? Suspiré hondo, ni siquiera sabía si los muertos podían suspirar. Regresé y vi que mi cuerpo ya había tomado un color pálido. Vi a la muerte, ya no sentía su olor a putrefacción, quería llorar, pero ninguna lágrima salía y tomando un último suspiré le dije: —Muéstrame el camino que debo tomar.

![separador marca.png](https://cdn.steemitimages.com/DQmaKiy2ranUZrHyMCss5NdUkahv6dZEapxtsiSyKXdmmdd/separador%20marca.png) Una vez más decidí participar en el Concurso de Arte y Escritura #148 porque me parece una manera increíble y un buen ejercicio para explotar mi escritura e invito a @solperez y @genomil ¡Suerte a todos!