En mis publicaciones anteriores he estado hablando sobre la competencia social y sobre cómo este modelo ha convertido al mundo en un sistema de esfuerzo y recompensa. Objetivamente, es un modelo bastante funcional, porque evita, conceptualmente hablando, los beneficios en exceso simplemente recompensando el esfuerzo comprobado y, a su vez, esta competencia constante nos beneficia a todos porque da lugar a nuevos inventos, ideas o soluciones a problemas comunes. Si bien estas "soluciones" no siempre están disponibles para toda la población, proporcionan una motivación adicional para mejorarlas y ponerlas a disposición de tantas personas como sea posible. Todo esto es parte de la gran demanda de la población, donde una gran idea puede hacer mucho más que el poder. Volviendo al tema de la competencia social, es funcionalmente válido, pero surgen problemas cuando un grupo de personas asume cierto grado de control sobre un recurso dado, en lo que se conoce como corrupción. Sin duda, solo es beneficioso para las personas que forman parte del grupo, pero fuera de él las personas se sienten descontentas y disgustadas. El ejemplo más claro de esto son los gobiernos dictatoriales, donde no solo una persona (presidente) toma el control y los beneficios, sino que también se asocia con otro grupo de personas, generalmente militares, para compartir los beneficios entre ellos y permanecer en el poder.

Fuente de imagenLa corrupción y la subjetividad de las calificaciones representan un problema en todos los sistemas sociales (escuelas, organizaciones, corporaciones, empresas ...) y para la población en general, porque uno deja de lado las cualidades que posea alguien o su nivel de esfuerzo, y se elige elija a alguien conocido que no esté al nivel de los demás, solo para beneficiarlos "ayudarlo". Si esta práctica se vuelve común, pronto se extenderá a muchos otros lugares, difundiendo la corrupción y socavando a la sociedad mediante la creación de un modelo en el que no vale la pena el esfuerzo que se hace, si no con quién te asocies.

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Gracias por leer, nos vemos la próxima vez!

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